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Etiquetado Nutri-score
El fin último del etiquetado nutri-score es facilitar la compra a los consumidores, con el objeto de saber escoger aquellos alimentos más saludables. Suena bien, pero ¿realmente lo consigue? Empecemos por el principio. Vamos a ver qué es la información nutricional y en qué consiste el etiquetado nutri-score.
Información nutricional
Desde diciembre de 2016, todos los alimentos envasados llevan de modo obligatorio, salvo unas pocas excepciones, una información nutricional en la que se indica su valor energético, la cantidad de grasa y cuántas son saturadas, la cantidad de hidratos de carbono y cuántos de ellos son azúcares, la cantidad de proteínas y la sal. Toda la información se ofrece en este orden, y de modo obligatorio por 100 g ó 100 ml. De este modo tenemos una unidad de referencia que nos permite comparar productos entre sí.
El Reglamento 1169/2011 nos dice que la información nutricional obligatoria, que suele mostrarse habitualmente en el reverso del paquete, se ofrecerá preferentemente en tablas, o de modo lineal si no hay espacio suficiente.
Hasta aquí todo bien. La cosa empieza a complicarse porque un producto puede a mayores, ofrecer esta misma información nutricional por porción. En este caso, el fabricante tiene que indicar el tamaño de la porción y el número de porciones que contiene el envase.
Información nutricional por 100g y por porción (10,4g)
Tiene la ventaja de que, si el tamaño de la porción está bien ajustado, sabremos exactamente el valor nutricional total de la ingesta. Por contra, no permite comparar el perfil nutricional de dos productos similares, ya que el tamaño de la porción no es una medida estándar… y muchas veces nos comemos más de una y nos olvidamos de que habría que multiplicar… Si el paquete trae 2 porciones y me lo como todo, hay que multiplicar por 2 los valores nutricionales.
La información nutricional puede, además, repetirse de forma voluntaria. A los fabricantes les interesa mostrarla en el frontal del envase como reclamo en esas compras que hacemos por impulso.
Deben seguir, eso sí, unas reglas de juego. Así puede repetirse únicamente el valor energético, o bien dicho valor acompañado de las grasas, ácidos grasos saturados, hidratos de carbono, azúcares y sal.
El valor energético repetido debe ofrecerse obligatoriamente por 100 g, mientras que el resto puede hacerlo solo por porción.
En los alimentos transformados tampoco suele faltar numerosas alegaciones de propiedades nutricionales y saludables que deben estar amparadas legalmente.
Claims o reclamos relacionados con los nutrientes
Con respecto a la información nutricional repetida, la legislación permite escoger entre diferentes formatos de presentación, utilizando formas o símbolos gráficos, texto… Para poder utilizar un determinado formato es preciso cumplir las siguientes condiciones:
- Deben basarse en estudios rigurosos y válidos científicamente sobre los consumidores y no inducir a engaño al consumidor
- su desarrollo será el resultado de la consulta de un amplio abanico de los grupos interesados;
- estarán destinados a facilitar la comprensión del consumidor sobre la contribución o la importancia del alimento en relación con el aporte energético y de nutrientes de una dieta;
- estarán respaldados por pruebas científicas válidas que demuestren que el consumidor medio comprende tales formas de expresión y presentación;
- en el caso de otras formas de expresión, estén basadas en las ingestas de referencia armonizadas establecidas, o, a falta de ellas, en dictámenes científicos generalmente aceptados sobre ingestas de energía o nutrientes;
- sean objetivos y no discriminatorios, y
- su aplicación no suponga obstáculos a la libre circulación de mercancías.
Nutri-score y semáforo nutricional
Cada país ha adoptado modos distintos. Así ha surgido el semáforo nutricional, el etiquetado sens, diferentes sellos saludables… y por supuesto, el etiquetado nutri-score. Nos paramos en él porque, si bien comenzó a usarse de modo voluntario en algunos países, en breve se adoptará de forma obligatoria en toda la Unión Europea.
Nutri-score
El etiquetado nutri-score consiste en un código de colores y letras que se asignan a los alimentos en función de su perfil nutricional. Un algoritmo les da una puntuación en función del contenido de nutrientes.
La clasificación se hace en 5 niveles. A cada uno le corresponde un color y una letra asociada.
Código nutri-score: verde oscuro: A, verde claro: B, amarillo: C, naranja: D, rojo: E
La clasificación se realiza en base al contenido en nutrientes en 100 g de producto. Puntúan negativamente nutrientes menos favorables como calorías, azúcares, ácidos grasos saturados y sodio, mientras que se obtiene mejor puntuación en función del contenido en nutrientes como proteínas y fibra alimentaria. También se tiene en cuenta el porcentaje de frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos, y aceites de oliva, colza y nuez.
Facilitar la elección del consumidor
Recordemos que el objetivo del nutri-score es facilitar la elección del consumidor. Pero reducir el perfil nutricional de un alimento a una letra trae consigo algunas paradojas. Por ejemplo, un superfluo refresco light sale mejor parado que el aceite de oliva virgen extra, tan característico de la dieta mediterránea, un pizza puede recibir mejor puntuación que unas sardinas en aceite de oliva.
Una de las muchas paradojas que podrían causar confusión en el consumidor
Es cierto que el sello está diseñado para comparar productos de la misma categoría entre sí. Por ejemplo, un refresco normal vs otro light, unas galletas frente a otras… pero a juzgar por lo que circula en las redes sociales, está claro que el consumidor medio no lo percibe así. Primer fallo. Si antes tenemos que formarnos para poder interpretar correctamente el sello, mal empezamos.
El segundo fallo de nutri-score es que permite a los productos transformados poco saludables, los conocidos como ultraprocesados, adaptar su formulación a costa de añadir o quitar sustancias para recibir una mejor puntuación y subir de nivel. El producto final seguirá siendo poco saludable y prescindible en la dieta diaria, pero el consumidor lo puede percibir como bueno ya que está respaldado científicamente. Para que esto no ocurra, una propuesta de la OCU es que penalicen también los edulcorantes. Tiene lógica.
Por otro lado, otros productos tradicionales que sí deben formar parte de una dieta saludable reciben una peor nota. Al tratarse de productos sin transformar, no pueden siquiera maquillar su composición. Pese a aportar proteínas y calcio, el contenido en grasa penaliza a alimentos como el queso.
Estaba previsto que el etiquetado nutri-score entrase en vigor en el primer cuatrimestre de 2021, pero debido a las numerosas quejas por parte de fabricantes y consumidores, se está reevaluando el algoritmo, y todo apunta a que sufrirá algún retraso.
La intención del nutri-score es buena, pero deja muchos cabos sueltos. ¿Cómo quedará finalmente tras las modificaciones? ¿Será un fiel reflejo de a realidad? ¿Quedarán muchos productos fuera de este sello? ¿Sabremos interpretarlo? El tiempo nos lo dirá.
Autora:
Ana Mª Chas Barba
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